Hongos, el tesoro oculto de la Patagonia: superalimento, cultivo simple y rol clave para la humanidad

En un mundo donde la escasez y la mala gestión de los alimentos proponen el desafío de reversionar nuestro modo de vivir, el sur argentino se posiciona como un bastión clave para darle a la sociedad una alternativa.

A fines de abril, se celebró en Esquel el Congreso Internacional sobre Hongos Micorrízicos Comestibles (IWEMM, por su sigla en inglés). Fue la primera vez que se llevó a cabo en una localidad de Sudamérica y la ciudad chubutense se convirtió en la flamante sede de la undécima edición del importante evento.

El Congreso reunió a especialistas en diversidad, economía, ecología, biotecnología, micosilvicultura, cultivo de trufas y otros hongos comestibles. Durante una semana, se brindaron importantes disertaciones en la materia y se actualizaron los resultados de las investigaciones que se están realizando en torno a distintas especies de hongos. Algunos resultados son sorprendentes.

En un mundo donde la escasez y la mala gestión de los alimentos proponen el desafío de reversionar nuestro modo de vivir, la Patagonia Argentina se posiciona como un bastión clave para darle a la humanidad una alternativa.

Los resultados de las investigaciones en torno a las propiedades de los hongos, sus usos, beneficios y características especiales, parecen posicionar al mundo fungi como el próximo agente de cambio a nivel mundial, transformándose en otro de los pilares que promueven una revolución histórica en la sociedad.

La generación de alimento en países subdesarrollados, la contribución al cambio climático y el combate de numerosas enfermedades son solo tres de los pilares que exacerban el potencial de los hongos.

A nivel mundial se conocen más de 2 mil especies de hongos. Los dos países con mayor patrimonio micocultural son China, donde se consumen alrededor de 1057 especies comestibles, y México, donde se hace lo propio con más de 500. Por su parte, la Patagonia tiene, hasta el momento, más de 30 especies identificadas como comestibles y 10 de ellas son endémicas, es decir, que solo crecen en esta región.

Los hongos de la Patagonia

Jesús Moreno es profesor del Colegio de Postgraduados en Texcoco, México, y miembro vitalicio de la Academia Mexicana de Ciencias. Lleva más de 35 años estudiando los hongos y fue uno de los organizadores y principales oradores del evento que tuvo lugar en Esquel. La investigación de Jesús se centra en los hongos, la seguridad alimentaria y la mitigación del cambio climático. Mediante el IWEMM, trajo sus conocimientos a la ciudad chubutense y brindó detalles sobre el impacto y el potencial de los hongos en la región y en el país.

“La Patagonia tiene una diversidad genética enorme de hongos y tiene un ecosistema propicio para que distintos tipos puedan proliferar. Muchos de ellos son superalimentos”, destacó el experimentado investigador internacional. Y agregó: “Además, la región tiene un conjunto de especies que son endémicas, es decir, que se encuentran solo acá. Hay mucho potencial también en trufas, que son hongos muy costosos en el mercado”

Tomando un caso particular, el hongo conocido como gírgola, que si bien crece en otras partes del mundo, en la Patagonia lo hace con mucha facilidad, es un ejemplo paradigmático del potencial que tienen.

“Es un hongo cuya propagación es extraordinariamente simple, se puede cultivar en distintos sectores. En áreas de escala pequeña, mediana o grande. Este hongo tiene altísimos contenidos de proteína, equiparables a los de la carne vacuna. Esto significa que en pequeños espacios se pueden producir grandes cantidades de un superalimento”, destacó el doctor Moreno.

“Además –prosiguió– no tiene colesterol y tiene altos contenidos de vitaminas y minerales. Por otro lado, también aporta componentes antihipertensivos, es decir, que sirve para controlar la presión arterial”.

El rol central de los hongos en la generación de alimentos

Uno de los problemas más urgentes de la humanidad, planteados a nivel mundial, es la generación de alimentos nutritivos de forma sustentable. “Es un tema de seguridad alimentaria –remarcó el experimentado investigador–, y continuó: en países como Argentina, el potencial que existe para producir hongos comestibles es enorme. No ha sido, aún, explotado lo suficiente”.

Y es que la gran mayoría de los hongos comestibles que se dan en la zona tienen características que los hacen muy especiales. “Al poder cultivarse en lugares cerrados, muchos hongos de aquí pueden crecer en cualquier época del año, excepto en áreas donde los inviernos son muy crudos. Y todos tienen enormes propiedades alimenticias”, explicó el especialista.

El potencial de los hongos parece ser la punta de lanza para generar un cambio radical en los paradigmas actuales de alimentación. Situaciones como la pandemia empujaron a la sociedad a repensar las viejas costumbres y a crear nuevas maneras de vivir, de alimentarse y de vincularse con la naturaleza.

“Cuando se vive una crisis económica, como la que atravesamos por la pandemia, se puede recurrir a estas prácticas para el autoabastecimiento. Si en vez de comprar productos como la carne, tenemos la capacidad de producir nuestros propios alimentos, con similar o mayor capacidad nutricional, estamos teniendo un ahorro económico y, adicionalmente, estamos consumiendo un producto de alto valor nutricional”, resumió el doctor Moreno.

Y concluyó: “En la última década, ha crecido enormemente en el mundo el consumo y la producción de hongos”.

Todo parece indicar que los hongos están marcando un camino. Que surgen para convocar a la humanidad a navegar en la coyuntura y descubrir nuevas maneras que ayuden a construir una narrativa diferente.

Llegan con un mensaje que muchas sociedades del mundo ya están escuchando. Pero aún faltan. En distintos lugares, las voces de los hongos se pierden en una rapsodia de sonidos sincopados. Sin embargo, insisten. Y se muestran como un arma concreta para luchar contra un flagelo constante para la humanidad: el hambre.